La venida de Jesucristo fue la forma más humilde en la que un Rey pudo haber nacido en este mundo. Él es el Rey de reyes y, sin embargo, fue un niño acostado en un sencillo pesebre. Vivió una vida muy simple. Durante su ministerio terrenal, no se jactó de su propia fuerza, sino que siempre reconoció que su poder provenía del Padre Celestial. Esto es evidente cuando dijo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo… no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30). Jesucristo es nuestro mayor ejemplo de humildad. Mostró este ejemplo cuando se sometió humildemente a la voluntad de su Padre, lo que permitió llevar a cabo la Expiación, el evento más grande y poderoso en la historia de la humanidad.
Con el perfecto ejemplo de humildad de Jesucristo, ¿cómo podemos nosotros, en este mundo confuso y ruidoso, emular ese atributo en nuestra vida? Jesús dio una respuesta en el capítulo 18 del libro de Mateo, cuando sus discípulos se acercaron a Él y le preguntaron:
1 ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,
3 y dijo: De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos.
De estos pasajes de las Escrituras, aprendemos que ser humildes es llegar a ser como un niño. En el Libro de Mormón, el rey Benjamín compartió en su discurso una orientación sobre las cualidades que debemos desarrollar para llegar a ser como un niño. Dijo:
“Porque el hombre natural es enemigo de Dios desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta a los impulsos del Espíritu Santo, y deseche al hombre natural y se haga santo por medio de la expiación de Cristo el Señor, y se haga como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor, dispuesto a someterse a cuantas cosas el Señor juzgue conveniente imponerle, así como un niño se somete a su padre.”
Llegar a ser como un niño es un proceso gradual. Tal vez sea más apropiado decir que es una búsqueda eterna, ya que requiere esfuerzo constante y diligencia para poder decirle al Padre: “Hágase tu voluntad.”
La Biblia promete bendiciones a quienes son humildes:
“El Señor habita con el humilde.” Isaías 57:15
“El que se humilla será enaltecido.” Mateo 23:12
“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” 1 Pedro 5:5–6
Que en todos los aspectos de la vida tengamos el deseo de llegar a ser como un niño, para que un día podamos ser de los más grandes en el reino de los cielos.
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