Hacerse como un niño

Aprende de la pureza, humildad y amor de los niños para acercarte más a Dios.

En las Escrituras, Jesucristo enseñó que debemos despojarnos del hombre natural y llegar a ser como un niño para poder regresar al reino de nuestro Padre Celestial. En el Libro de Mormón, el rey Benjamín enumeró algunas de las cualidades que tienen los niños y que debemos imitar. Mosíah 3:19 describe a los niños como sumisos, mansos, humildes, pacientes, llenos de amor y dispuestos a someterse a todas las cosas. Veamos algunas de estas cualidades en la vida de los niños y aprendamos de sus experiencias cómo llegar a ser más como ellos.

Salt Lake City, Utah. EE.UU.

Sumiso significa obediente o que se somete a la autoridad. Aunque los niños son naturalmente curiosos —y a veces eso los mete en problemas— siempre recurren a sus padres para buscar guía. Un ejemplo es cómo responden cuando escuchan la voz de sus padres. Corren hacia ellos si oyen una voz familiar. Ojalá que también nosotros seamos así en nuestra relación con el Padre Celestial. Que siempre escuchemos Su voz en lugar de las voces del mundo.

Manso, o en otras palabras, dócil. Según entiendo, ser manso es estar dispuesto a aprender. Los niños aprenden rápido y con gusto. Piden ayuda porque saben que no pueden hacerlo todo solos —como aprender a montar en bicicleta o amarrarse los zapatos. Esta disposición a ser enseñados también refleja su humildad. Ellos no creen que son mejores que los demás. Reconocen que necesitan a mamá y papá para lograr ciertas cosas. ¿Por qué entonces, al crecer, pensamos que podemos hacerlo todo solos? ¿Realmente necesitamos actuar así?

Una de las cosas que más me encanta de los niños es que están llenos de amor. Aun cuando los regañamos, ellos nos siguen queriendo y no guardan rencor. Su capacidad de amar es profunda. Probablemente alguna vez fingiste llorar frente a un niño y, al hacerlo, ellos se acercaron a ti a darte abrazos y besos. Creo que les resulta natural consolar a quienes lo necesitan porque sus corazones son puros. Aman incondicionalmente. ¿Somos nosotros así también? ¿Tenemos corazones llenos de amor?

Ojalá que la próxima vez que veamos a un niño, encontremos una oportunidad para aprender de su ejemplo y ser más como ellos. Al hacerlo, podemos llegar a ser puros como lo son ellos.

Salt Lake City, Utah. EE.UU.