Vivimos en un mundo que cambia constantemente y todos esperamos un futuro mejor y más brillante que el tiempo en que vivimos ahora. No podemos controlar las acciones de los demás ni decirles qué deben hacer para lograr ese objetivo, pero sí podemos empezar haciendo cosas sencillas a nuestra manera.
Salt Lake City, Utah. EE.UU.
Una de esas cosas sencillas se enseña en una canción infantil mormona:
Quiero ser amable con todos,
pues es lo correcto, ya ves.
Así me digo a mí mismo:
“La bondad comienza en mí”.
Cuando hacemos algo bueno por los demás, nos sentimos bien con nosotros mismos y nos inunda una alegría inexplicable. De lo simple, surgen grandes cosas. Podemos generar un cambio en nuestra propia vida o en la de otros.
Aquí tienes una lista de pequeños actos de bondad que podemos compartir:
- Siempre lleva una sonrisa a donde vayas.
- Di “te quiero” a tus padres y valóralo de verdad. O, si eres padre, dile a tus hijos que los amas.
- Deja comentarios positivos a 10 de tus amigos en las redes sociales.
- Cuando tus amigos hablen negativamente de alguien, di algo amable y constructivo.
- Dona la ropa que ya no uses a los menos afortunados.
- Régale un abrazo a alguien.
- Ofrece hacer diligencias o tareas del hogar.
- Nunca olvides decir estas palabras mágicas: “Por favor” y “¡Gracias!”.
- Cuando estés en un jeepney, autobús o tren, ofrece tu asiento a una persona con discapacidad, mayor o embarazada.
- Sé un conductor cortés.
- No tires basura; recoge desechos cuando salgas a caminar.
- Invita a alguien a actividades sanas, divertidas y significativas.
- Deja una nota motivadora en el escritorio de un compañero de trabajo o en el asiento de tu compañero de clase.
- Prepara un poco de comida extra para compartir con un colega del trabajo o con un compañero de estudio.
- Brinda consuelo escuchando atentamente.
- Lleva a alguien a casa, a la escuela o a su lugar de trabajo.
- Inicia una conversación con quien sea tímido, distante o esté aislado.
- Envía un mensaje de texto a 20 contactos de tu agenda diciéndoles que los quieres y te importan.
- Lava la ropa o cocina una buena comida para alguien que esté pasando por un mal momento.
- Ofrece cuidar niños de forma gratuita.
- Participa en proyectos de servicio comunitario.
- Dona sangre.
- Pasa tiempo con una persona que acaba de mudarse cerca de tu hogar.
- Aparta todas las distracciones (p. ej., smartphone, laptop) y dedica tiempo de calidad a alguien.
- Envía un correo o mensaje a un maestro que marcó la diferencia en tu vida.
- Deja una nota adhesiva con frases inspiradoras en los espejos de los baños.
- Ayuda a alguien con un problema de matemáticas, a aprender inglés básico o con un proyecto de ciencias.
- Recuérdate tener paciencia; todos luchan sus propias batallas.
- Haz una lista de rasgos positivos de un amigo y díselos.
- Planta un árbol.
- Lleva un paraguas extra al trabajo o a la escuela y préstaselo a alguien de camino a casa.
- Ayuda a alguien a encontrar empleo. Si no puedes, al menos acompáñalo a gestionar los requisitos.
- Cada noche antes de acostarte, piensa en al menos cinco cosas por las que estés agradecido.
- Da un refrigerio o comida a una persona sin hogar.
- Visita a una persona mayor o sola.
- Invita a alguien a un helado o a una pizza.
- Ayuda a quien cargue equipo pesado o bolsas.
- Indica el camino a quien busque un lugar determinado.
- Invita a otros a almorzar o cenar en tu casa.
- Ofrece tu tiempo como voluntario en una biblioteca, escuela o centro comunitario.
Los actos de servicio no tienen que ser costosos ni requerir un gran esfuerzo. Cuando deseas ayudar a los demás cada día, contribuyes a generar un cambio positivo en este mundo. Al mostrar un profundo interés y amor puro por los demás, desarrollamos una relación más cercana con Dios y sus hijos.
Estas simples alegrías pueden tener un efecto dominó, y quizá nunca sepas hasta qué punto tus actos sencillos han influido o cambiado la vida de otros. A través del servicio desinteresado e incondicional, puedes hacer del mundo un lugar mejor.
Salt Lake City, Utah. EE.UU.