5 hábitos esenciales para los misioneros retornados

Servir en una misión es, sin duda, uno de los momentos más memorables en la vida de un joven o una joven Santo de los Últimos Días. Los misioneros suelen recordar con cariño los desafíos, las experiencias divertidas y los milagros espirituales vividos. Sin embargo, lo más difícil es regresar a casa y adaptarse a la vida como misionero retornado.

Salt Lake City, Utah. EE.UU.

Ese periodo de ajuste puede ser muy complicado, y encontrar el equilibrio correcto no siempre es fácil. Uno de los mayores retos es mantener el Espíritu en la vida diaria y permanecer fiel al convenio del discipulado. Aquí hay cinco cosas sencillas que los misioneros retornados pueden hacer para seguir siendo espiritualmente dignos:


1. Ora siempre. Abre tu corazón a Dios.

Las Escrituras nos recuerdan:

“Orad siempre, para que salgáis vencedores; sí, para que vencáis a Satanás” (Doctrina y Convenios 10:5).

No hay mejor manera de recibir ayuda de nuestro amoroso Padre Celestial que arrodillarse con humildad y orar con sinceridad. Ora con fervor, expresa lo que hay en tu corazón. Dios escucha siempre y responderá a su debido tiempo.


2. Estudia las Escrituras cada día.

El adversario susurra cosas como: “Ya leíste mucho en la misión” o “Puedes leer mañana”. No le creas.
Nephi enseñó:

“…deleitaos en las palabras de Cristo… ellas os dirán todas las cosas que debéis hacer.” (2 Nefi 32:3)

Estudiar las Escrituras diariamente te fortalece, te guía y te prepara para enfrentar nuevos desafíos con fe.


3. Acepta un llamamiento en la Iglesia y magnifícalo.

El élder David A. Bednar contó la historia de un amigo que, al llenar su camioneta con leña, logró salir del atolladero en la nieve. Dijo:

“A veces creemos erróneamente que la felicidad es la ausencia de carga. Pero llevar una carga es parte esencial del plan de felicidad.”

Cuando aceptas servir en la Iglesia, el Señor te bendice con crecimiento, dirección y propósito. Sirve con gratitud y energía.


4. Asiste al templo con regularidad.

Vivas cerca o lejos del templo, establece un plan y cúmplelo. El élder Richard G. Scott aconsejó:

“Establece metas específicas… Luego, no permitas que nada interfiera con ese plan.”

En el templo recibirás poder de lo alto, aumentará tu capacidad para resistir la tentación, recordarás tus convenios y hallarás paz para el alma.


5. Involúcrate en buenas causas.

El Señor declaró:

“…los hombres deben estar ansiosamente comprometidos en una buena causa…” (D. y C. 58:27)

Busca maneras de servir: apoya a los misioneros de tu barrio, participa en proyectos de servicio, asiste al Instituto, rodéate de amigos que compartan tus valores. ¡Tu servicio no termina con la placa!


Una última reflexión:

Que ya no uses la placa no significa que haya terminado tu misión.
¡Una vez misionero, siempre misionero!
A medida que cultives estos hábitos espirituales, el Señor te bendecirá grandemente. Los pequeños actos de fe diaria traerán grandes resultados en tu vida.

Salt Lake City, Utah. EE.UU.