¿Cómo Pueden las Pequeñas Decisiones Alejarnos Más de Dios de lo que Imaginamos?

¿Te ha pasado que dices “solo una cucharadita de helado” y terminas comiéndote el bote entero? ¿O que vas a ver “solo un episodio” y de repente ya vas por la temporada completa? ¿O que entras a redes sociales “solo para dormirte” y sin darte cuenta ya amanece?

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La vida está llena de decisiones. Algunas son enormes y marcan etapas importantes. Pero la mayoría son pequeñas… tan pequeñas que ni siquiera parecen importantes. Sin embargo, son justamente esas decisiones diminutas las que, repetidas, se convierten en hábitos que moldean quiénes somos.

Pequeñas decisiones que pueden debilitar nuestra fe

En el discipulado de Cristo sucede algo parecido.

  • Posponer la alarma un domingo… puede convertirse en faltar a la Santa Cena.
  • Un video inapropiado “solo por curiosidad”… puede convertirse en una adicción.
  • Una palabrita grosera “porque todos la dicen”… puede normalizar un lenguaje que apaga al Espíritu.
  • Una noche sin oración… puede convertirse en semanas sin hablar con Dios.

El adversario rara vez empuja: susurra. Sabe que no siempre puede hacernos caer de un salto… pero sí de un paso. Un paso diminuto. Una pulgada. Un “solo esta vez”.

Y cuando nos damos cuenta, estamos más lejos del Señor de lo que jamás imaginamos.

El peligro de vivir “al borde”

Otra trampa común es vivir cerca del límite:
“Mientras no pase la línea, estoy bien.”

Pero vivir así nos deja vulnerables. Cuando nos acercamos demasiado al borde, el adversario solo necesita empujarnos un poquito —o ni siquiera empujarnos: basta con que perdamos el equilibrio.

La frontera entre la luz y la sombra es demasiado resbalosa como para jugar allí.

¿Y si ya estoy lejos? ¿Y si ya me perdí un poco?

¡Aquí viene lo hermoso!
¡Aquí viene lo que enciende esperanza!

El Salvador ya abrió el camino de regreso.
No importa cuántos pasos dimos lejos… solo se necesita uno para empezar a volver.

1. Desear regresar

Aun si solo tienes un deseo pequeñito, casi imperceptible, como dijo Alma, si “no puedes más que desear creer”, eso ya es suficiente para que el Señor comience Su obra sanadora en ti.

2. Cambiar lo que sí está en tus manos

El profeta Pablo enseñó a evitar, no solo el mal, sino incluso la apariencia del mal.
Eso significa alejarse de cualquier cosa que nos debilite, aunque sea un poco.

A veces regresar no empieza con un gran salto, sino con cerrar una aplicación, apagar una pantalla, o adelantar un video.

3. Volver a tomar Su nombre sobre nosotros

Al arrepentirnos y participar dignamente de la Santa Cena, renovamos nuestra decisión de vivir como discípulos.
Nuestros actos diarios —aunque pequeños— son evidencia de que queremos seguirlo.

El Señor magnifica nuestros deseos

Cuando damos un paso hacia Él, el Salvador lo multiplica. Él toma nuestro pequeño esfuerzo, nuestra fe imperfecta, nuestro corazón cansado… y los llena de Su poder.

Cada pequeña decisión correcta nos acerca.
Cada renuncia a una tentación nos fortalece.
Cada oración sincera abre el cielo un poquito más.


Pequeñas decisiones… grandes destinos

Que nunca olvidemos esta verdad llena de amor:

Asomarnos un poquito fuera del camino puede llevarnos más lejos de Cristo de lo que imaginamos…
pero un paso humilde hacia Él puede traernos más cerca de lo que soñamos.

Que el Señor nos bendiga cada día con la fuerza para elegir lo pequeño pero correcto, lo sencillo pero santo…
y que jamás, ni por un instante, nos alejemos de Él por elección propia.


Articulo original en ingles en morefaith.ph

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