El Albedrío

El Don del Albedrío: Libertad para Elegir, Poder para Progresar

Tu capacidad de escoger define tu destino eterno s

El Libro de Mormón, al igual que la Biblia, es un testimonio de que Jesús es el Mesías y de que el Padre Celestial ha diseñado un gran plan para que cada uno de Sus hijos e hijas pueda reunirse con Ellos en Su presencia eterna. El Libro de Mormón define y aclara principios difíciles que se mencionan en distintas denominaciones cristianas o versiones bíblicas.

Salt Lake City, Utah. EE.UU.

Uno de los principios eternos que debemos comprender es el del “albedrío” o libertad de elegir. A la luz de las enseñanzas encontradas en el Libro de Mormón, en 2 Nefi 2:27 se declara:

“Por tanto, los hombres son libres según la carne; y se les ha dado todo lo que es necesario para el hombre. Y son libres de escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, conforme a la cautividad y al poder del diablo; porque [Satanás] procura que todos los hombres sean miserables como él lo es.”

Este “don” lo hemos tenido incluso desde nuestra vida premortal. Es el mismo don que nos permitió recibir un cuerpo en la tierra. Durante nuestra existencia premortal, el Padre Celestial llevó a cabo un gran concilio, una reunión. En ese momento tuvimos que tomar una decisión muy importante: elegir entre el bien y el mal, entre Jesucristo y Lucifer. Jesucristo quería que conserváramos nuestro don del albedrío para que aprendiéramos y comprendiéramos plenamente el gran plan de salvación. Sin embargo, Lucifer deseaba que todos aprendiéramos sólo lo que él dictara y que pasáramos por la vida simplemente para cumplir con el plan, sin significado real. El resultado de nuestra elección en aquel entonces es que hoy tenemos una familia terrenal y un templo físico para nuestro espíritu. Sabemos que elegimos correctamente al ver que tenemos un cuerpo físico y una familia.

Nuestro albedrío afecta nuestro progreso eterno, porque “…todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). Sin embargo, desde ahora podemos elegir nuestro camino: paz y vida eterna, o pecado y dolor.

Aquí hay algunas escrituras antiguas y de los últimos días que nos ayudan a entender mejor el don del albedrío:

Debemos humillarnos y “orar continuamente” para poder resistir la tentación (véase Alma 13:28).

Nuestra vida mortal es un período de prueba para ver cómo usaremos nuestro albedrío (véase Abraham 3:25).

Debe haber “oposición en todas las cosas” para que podamos ver las diferencias entre el bien y el mal. Esto nos da la oportunidad de escoger (véase 2 Nefi 2:11–16; DyC 29:39).

Nuestro Padre Celestial dio a cada uno de nosotros la Luz de Cristo para que podamos distinguir entre el bien y el mal (véase Moroni 7:12–17).

Cuando escogemos un curso de acción, sea bueno o malo, también elegimos las consecuencias que vienen con nuestras acciones (véase Deuteronomio 11:26–28; 30:15–20; Gálatas 6:7; Apocalipsis 22:12).

Porque “[se nos] permite obrar por [nosotros mismos]”, somos responsables de nuestras acciones (véase Helamán 14:30–31).

Cuando escogemos obedecer los mandamientos de Dios, nuestras opciones aumentan y tenemos más libertad (véase 2 Nefi 2:27; DyC 58:26–28; 93:20).

Cuando escogemos desobedecer los mandamientos de Dios, nuestras opciones disminuyen y podemos llegar a estar cautivos del pecado (véase 2 Nefi 2:29; Juan 8:34).

Nuestro Padre Celestial “no permitirá que [seamos] tentados más allá de lo que [podamos] resistir, sino que … dará también juntamente con la tentación la salida”, siempre y cuando elijamos resistir la tentación (1 Corintios 10:13).

Salt Lake City, Utah. EE.UU.